Indicaciones

Aquí damos algunas indicaciones para organizar el itinerario sinodal diocesano en la parroquia, movimiento o grupo

Uno

Responsables y participantes del proceso sinodal en la parroquia

El párroco es el responsable de que la parroquia tome parte en la fase diocesana del Sínodo, pero lo ideal es que se nombre a un laico responsable de todo el proceso en la parroquia. Este podría contar con un equipo de varias personas que, en colaboración con él, se encargaran de animar, convocar, preparar los lugares y materiales, y confeccionar las síntesis de los diálogos de los diversos grupos, para integrarlos en uno solo, que será el que se mande a la Secretaría Diocesana del Sínodo. Los integrantes de este equipo tendrían que asumir también, en diálogo con el párroco, las charlas/presentaciones que se harán en cada uno de los encuentros para preparar el diálogo en grupos pequeños.

Muchas parroquias tienen ya cuerpos «sinodales», como el Consejo Pastoral Parroquial u otros grupos, por ejemplo, los que surgieron a raíz de la Misión Diocesana. Estos grupos pueden servir de gran ayuda a la hora de organizar, facilitar y dar vida al proceso sinodal.

Lo ideal es que los encuentros sean presenciales y ahora, en la situación actual de la pandemia, es posible hacerlos. Con todo, cabría también posibilitar la participación en grupos de discusión online, en grupos de chat o a través de llamadas telefónicas a quienes no pueden participar de los encuentros presenciales. U ofrecerles cuestionarios en papel o telemáticos, para que pudieran, al menos, hacer aportaciones individuales.

Se trata de ofrecer al mayor número posible de personas una experiencia sinodal. Por eso los responsables en la parroquia tendrán que hacer todos los esfuerzos para involucrar al mayor número de fieles de manera significativa.

dos

El papel de los presbíteros y diácono en el proceso sinodal en la parroquia

El ministerio de sacerdotes y diáconos tiene dos referentes vitales: por un lado, el Obispo diocesano; y por otro lado, las personas encomendadas a su cuidado pastoral. Por lo tanto, el párroco o el presbítero o diácono que está al frente de la parroquia es un punto de conexión útil entre el Obispo y aquellos a quienes sirven. Esto confiere a los sacerdotes y diáconos un papel clave para caminar juntos en medio del Pueblo de Dios, unidos con el Obispo y al servicio de los fieles. Pueden comunicarse con la gente en nombre del Obispo, y también pueden comunicarse con el Obispo en nombre de la gente. Son agentes de comunión y unidad en la edificación del Cuerpo de Cristo, ayudando a los fieles a caminar juntos y potenciando y animando este camino sinodal en concreto. El clero es también heraldo de renovación, atento a las necesidades cambiantes de su rebaño, llamado a mostrar a los fieles cómo el Espíritu Santo está abriendo nuevos caminos. Finalmente, han de ser hombres de oración que promueven una genuina espiritual experiencia de la sinodalidad, para que el Pueblo de Dios esté más atento al Espíritu Santo y escuche juntos la voluntad de Dios.

tres

Estructura de las reuniones sinodales en la parroquia

Las reuniones en las parroquias están marcadas en la Agenda Diocesana en los últimos fines de semana de cada mes, desde octubre de 2021 a febrero de 2022. Es una manera simbólica de marcar este «caminar juntos». Cada último fin de semana de cada mes, todas las parroquias de la Diócesis recorren al unísono un tramo de este camino común. Cada lunes en la web y en las redes sociales de la Diócesis aparecerá una entrada en la que se podrán ver las fotos, testimonios, experiencias compartidas que se envíen desde las distintas comunidades en el fin de semana.

Cada parroquia tendrá que decidir el día y el momento adecuado de ese fin de semana para realizar el encuentro. Para realizarlo, se necesitarán entre dos horas y dos horas y media. Aunque, si así se viera oportuno, el encuentro se alargue más, de modo que se pueda compartir la comida o la cena, por ejemplo. Además de los aspectos más formales, de hablar y de escuchar a los otros, es importante que las reuniones tengan momentos informales como el comer juntos, hacer otras actividades grupales culturales o caritativas, participar en algunas expresiones artísticas, o fomentar intercambio de palabra y de experiencias menos pautado y más espontáneo durante los descansos. Esto puede abrir la puerta a una participación más fructífera de las personas que se sienten menos cómodas en las reuniones formales, así como brindar algunas oportunidades para aclarar ciertos puntos con mayor libertad.

Incluso, alguno de los encuentros sería posible organizarlo en un lugar fuera del centro parroquial pero significativo para la comunidad, como, por ejemplo, la ermita de la patrona o el patrón, que supondría hacer una breve peregrinación.

Si por algún motivo el fin de semana no es momento adecuado para celebrar los encuentros, los responsables en la parroquia, viendo las posibilidades, los ubicarán el día y hora más oportunos para facilitar la máxima participación posible.

En las localidades en las que hay varías parroquias que están trabajando habitualmente unidas, sería posible organizar las reuniones de modo interparroquial, pero sin dar nunca la impresión de que a las mismas están convocados algunos representantes de cada una, sino todos los fieles en general.

La parte formal de cada encuentro tiene dos momentos: uno en grupo grande (oración y presentación del trabajo de la jornada) y otro en grupos pequeños (diálogo sobre lo expuesto en la presentación y sobre los cuestionarios).

Cuatro

Ejemplo de temporización de una sesión sinodal parroquial

Este podría ser un ejemplo de la temporización de un encuentro sinodal, realizado en un sábado por la mañana:

11.00: Llegada de las personas, acogida.
11.15: En grupo grande: oración comunitaria.
11.45: En grupo grande: charla/presentación de la temática de la jornada y del trabajo a realizar en grupos.
12.15: Descanso. Café.
12.45: Diálogo en grupos pequeños.
14.15: Comida compartida.

Puede que no siempre será posible ocupar una mañana o una tarde entera para el encuentro sinodal, pero tampoco es aconsejable reducir las reuniones al puro rato de la presentación del tema y del diálogo sobre los cuestionarios.

cinco

El objetivo de los diálogos y de la síntesis de los mismos

El objetivo del diálogo en grupos no es responder a todas las preguntas de los cuestionarios, como si se tratara de rellenar un examen o una encuesta, sino de elegir aquellas que puedan ser más relevantes en el contexto local. También se pueden plantear otras preguntas: habría que poner énfasis no tanto en dialogar de cuestiones doctrinales o teóricas cuanto en compartir historias personales y experiencias de la vida real.

En cada grupo pequeño de diálogo habrá un responsable de moderar la discusión y de hacer una síntesis de la misma cuando acabe la jornada. Igualmente, los responsables de la parroquia se encargarán de hacer una síntesis de todos los grupos de la misma, que enviarán a la Vicaría de Evangelización, para que el grupo sinodal diocesano las tenga en cuenta para hacer la síntesis que se enviará a la Conferencia Episcopal Española.  Y toma nota, porque esto es muy importante: el objetivo de estas síntesis no es elaborar un resumen genérico de todo lo dicho o realizar un ejercicio académico. Más bien, la síntesis es un acto de discernimiento al elegir y escribir lo que contribuirá a la siguiente etapa del proceso sinodal, al ser enviado a la Diócesis En este sentido, la síntesis no solo reporta tendencias comunes y puntos de convergencia, sino que también resalta aquellos puntos que tocan la fibra sensible, inspiran un punto de vista original o abren un nuevo horizonte. La síntesis debe prestar especial atención a las voces de quienes no se escuchan a menudo e integrar lo que podríamos llamar el «informe de minorías». No solo debe subrayar las experiencias positivas, sino también sacar a la luz experiencias desafiantes y negativas para reflejar la realidad de lo escuchado. Debería incluir también alguna palabra sobre la experiencia misma de la reunión parroquial: las actitudes de los participantes y las alegrías y desafíos de comprometerse juntos en el discernimiento.

Seis

Antes del diálogo, reflexión personal

Los diálogos en los encuentros serán plenamente fructíferos si cada uno de los participantes ha preparado personalmente la reunión. Si no se hace así, pueden convertirse en conversaciones deslavazadas en las que se hable de todo y de nada y en las que la discusión este conducida no por la temática fundamental que se plantea, sino por la ocurrencia momentánea de alguno de los participantes. Por eso, entre los materiales que se ofrece a las parroquias, como más abajo decimos, siempre habrá un documento titulado «Para preparar personalmente la reunión». En él está el texto o textos bíblicos que servirán de base a la oración comunitaria del encuentro, las líneas fundamentales de la temática del mismo y las cuestiones sobre las que se montará después del diálogo.

Recordamos que la finalidad del Sínodo, y por lo tanto de esta consulta, no es producir documentos, sino «hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos.

(FRANCISCO, Discurso al inicio del Sínodo dedicado a los jóvenes (3 de octubre de 2018).